jueves, 9 de enero de 2014

ZIPPERS!




Cierre, cremallera, cierre de cremallera, cierre éclair, zíper en español o su original anglosajón zipper. Cualquiera de ellos nos sirve para definir uno de esos inventos que al haber estado siempre ahí pueden pasar algo desapercibidos, pero que suponen un antes y un después en cuanto a la manera de cerrar o unir dos partes de algo, ya sean prendas de vestir u objetos de uso común como una maleta o un saco de dormir. ¿Cuántas veces al día abrimos o cerramos una cremallera?





El nombre cremallera viene del francés crémallière, que a su vez proviene del latín cramaculus, a su vez proveniente del griego kremastê, que significa “que cuelga”. El nombre en inglés, zipper, parece deberse al sonido que hace al abrirla o cerrarla.



No siempre hubo cremalleras, tampoco eran de primera necesidad, pues otros modos de cerrar prendas o unir piezas de tela existían y funcionaban bastante bien, como los botones, cordones, etc. Sin embargo, todos esos sistemas no eran del todo prácticos debido al tiempo que se empleaba en abotonar o atar y a que aún así no conseguían unir las telas de manera tan precisa como con una cremallera, que impide que el frío penetre, entre otras cosas.



La cremallera evolucionó, a través de la mano de varios inventores, desde una forma primitiva muy parecida a los botones hasta el ingenioso dispositivo que utilizamos hoy en día. La primera patente de algo similar a nuestras cremalleras es de 1851, en Estados Unidos, y es una patente de un “sistema de cierre para ropa automático y continuo”. Este sistema fue inventado por Elias Howe.



Consistía simplemente en una serie de pequeños broches que estaban en una cinta de tela en uno de los dos lados de la ropa. Los broches podían deslizarse libremente por ella, y unirse a otra cinta similar en la otra pieza de ropa, por la que también podían deslizarse, y con un cordón atravesaba todos los broches por el centro, de modo que, tirando del cordón y haciendo un nudo con él, se apretaban todos los broches unos contra otros, logrando que las dos piezas de tela quedasen unidas sin espacios libres “entre botones”.


Elias Howe y su máquina de coser.
A Howe se le conoce más por la patente de la primera máquina de coser útil, y como anécdota a cerca de cómo se le ocurrió tan brillante invento, el sueño que mostró al inventor cómo perfeccionar su obra:

Un hombre se encontraba en medio de la selva rodeado de salvajes. Se estaban acercando a él en actitud amenazadora, alzando y bajando sus lanzas. Cada lanza tenía un agujero en su punta. 

 Cuando se despertó, vio su sueño como la respuesta a un problema que había obsesionado su trabajo: cómo diseñar una máquina de coser. Podía hacer que la aguja subiera y bajara, pero no que cosiera... hasta que su sueño le dijo que hiciera un agujero en la punta. 

40 años más tarde, la siguiente patente fue presentada, en la última década del siglo XIX otro americano, Whitcomb L. Judson, inventó un sistema más eficaz que el anterior. Consistía en una serie de ganchos unidos a una tira de tela (en un lado de la ropa) y otra serie de anillos metálicos unidos al extremo opuesto en posiciones fijas. Una pieza se enganchaba al extremo inferior de la cremallera y se deslizaba hacia arriba, empujando los ganchos hasta que entraban dentro de los anillos uno a uno. La pieza deslizante se sacaba por el extremo superior de la cremallera y se guardaba en el bolsillo hasta que hiciera falta realizar el proceso contrario. 






Tampoco funcionó. Sin la tensión necesaria las anillas perdían sus ganchos impidiendo poder usarla correctamente, además de que los fallos en el diseño y la dificultad para fabricar las piezas en serie hacían de aquellas cremalleras algo demasiado caro para ser viable económicamente, a pesar de estar tan cerca del concepto de cremallera que hoy día conocemos.

En 1906 entra en la empresa de Judson un inmigrante sueco, Gideon Sundback, que mejoró y desarrolló la maravilla de la ingeniería que es la cremallera moderna, patentada en 1917. Fue todo un éxito, y lo sigue siendo.


Gideon Sundback y su cremallera.

Lo que Sundback hizo fue incrementar el número de piezas a cada lado a más del doble. Cada pieza o diente del cierre tiene un hueco en la parte inferior, y un saliente en la superior. Inicialmente forman dos hileras de cierres (una en cada pieza de ropa), pero queremos que al final sólo haya una fila, la fila de cierres todos unidos. De modo que la pieza deslizante debe tener forma de “Y”: cada una de las dos hileras de cierres entra por un brazo superior de la Y, que actúa de embudo, empujándolas una hacia la otra. Cuando se encuentran en el centro de la Y, el saliente superior de una pieza se introduce en el hueco de la siguiente, cuyo saliente se introduce en el hueco de la siguiente, etc.






La Goodrich Corporation acuñó el nombre Zipper en 1923, comenzaron a usarse regularmente en la fabricación de calzado o en bolsas para guardar el tabaco. En los años 20 se empezaron a utilizar en pantalones y en ropa de niño, y en poco tiempo la cremallera formaba parte de la ropa en muchos países. Al principio, las cremalleras tuvieron mala reputación. El hecho de que permitieran a una mujer quitarse el vestido muy rápido era considerado por algunos como favorecedor del sexo "fácil". Absurdo.



Hoy, empresas líderes como la española Cremalleras Rubi, KCC Group, Tex Corp, la japonesa YKK, la peruana Corporación REY, la colombiana Eka Cierres, hacen varios tipos de cremalleras como las cremalleras invisibles, cremalleras metálicas y cremalleras de plástico o de Nylon, etc. Aunque son los japoneses los que se llevan la palma.

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